Hay veces en la vida que, sin saber por qué, vamos a toda máquina.
Todo fluye sin apenas tener que hacer nada.
Con el viento a nuestro favor nos sentimos capaces de lograr todo aquello que nos propongamos.
Otras en cambio, la técnica se nos resiste
y comenzamos a perder velocidad. Vamos frenando poco a poco sin saber qué
podemos hacer para recuperar nuestra marcha imparable.
Unas cuantas veces terminamos parados en vía muerta, sin saber
cómo salir de allí porque aparentemente todos los caminos están cortados.
El mundo del emprendimiento on line es una maravilla. Internet nos
permite hacer muchas cosas que hace cuatro días eran impensables, pues estaban
dedicadas solamente para personas con grandes conocimientos en informática o
con grandes cantidades de dinero para invertir.
Pero como todo, hay que saber cuáles son las reglas de
funcionamiento, para que seas tú quien dirija el tren de tu emprendimiento y no,
que sea la máquina de un tren descontrolado quien te lleve por caminos o por
vías sin ningún tipo de posibilidad de maniobra por tu parte.
Hay muchas personas que se meten en el mundo empresarial porque
tienen una pasión, una misión que llevar a cabo. Son expertas en la materia que
quieren ofrecer, eso es indiscutible.
Pero no tienen ni idea de cómo sacar un negocio adelante. La maquinaria
del mundo empresarial y de internet se les escapa por completo. Y terminan cerrando porque,
aunque tienen un producto maravilloso, no saben cómo hacer para llegar hasta
sus posibles compradores, cómo mostrar su producto al mundo o cómo hacer para
que quien quiera comprar finalmente pueda hacerlo de la forma más sencilla
posible.
Lo sé, porque yo tuve un negocio off line y lo tuve que cerrar. Sabía
mucho de “lo mío” pero no se me ocurrió que tenía que ser también una experta
en manejar una empresa que tenía que llevarla hasta la estación término y todo
ello a través de la vía adecuada.
Yo terminé en punto muerto. Y cerré mi negocio.
Años después gracias a la maternidad, he conocido otra manera de
trabajar en el mundo on line. Y aquí he tenido la ocasión de aprender con los
mejores (Azucena Caballero, Bettina Langerfeldt, Frank Scipion, Diana Fontánez…)
cómo conducir mi máquina para poder manejar un gran número de vagones. Y lo más
importante: cómo convertir mi pequeña máquina de vapor en una máquina potente y
moderna que me lleva a mí y a mi carga a donde yo quiero ir. Hacia el estilo de
vida que quiero para mis hijos, para mi familia y para mí misma.
Yo ahora mismo tengo un sueño, tengo una vía segura por la que
moverme, una máquina moderna y potente y una larga hilera de vagones que me
permite vivir de esta profesión, que es lo que más me gusta. Sin tener que
salir de casa a cumplir un horario imposible, por un sueldo mísero y teniendo
que dejar a mis hijos desde muy pequeños con extraños.
¿Y tú? ¿Cuál es tu sueño? ¿Qué es lo que quieres conseguir con tu
negocio? ¿Cómo vas a llegar a conseguirlo?
¿Vas a utilizar un tren directo o vas a coger un tren que para por
todos los pueblos demorándote horas en llegar a tu punto de destino?
Recuerdo una vez de adolescentes. Una de mis amigas tenía una
visita en su casa y quería llevarle a sitios especiales. Quisimos ir a Bilbao,
al monte Artzanda, lugar en el que todas recordábamos aquel lugar al que
habíamos ido en nuestra infancia, repleto de ferias y atracciones increíbles.
Así que organizamos la salida. Pero no teníamos mucha idea de cómo hacerlo. Así
que para ir cogimos “el topo”, que es un tren de cercanías que tarda ¡¡más de 3
horas en hacer el recorrido entre San Sebastián y Bilbao!! Un recorrido que
cuesta en autobús o en tren una hora. Nosotras podíamos haber ido y vuelto
aquel día hasta Zaragoza, pero sólo fuimos a Bilbao. Una vez allí, empezamos a
preguntar a la gente de la calle cómo ir al monte Artzanda, pero nadie nos
sabía decir. Finalmente un guardia urbano muy amable nos informó de que el
centro de atracciones llevaba años cerrado… Imaginaos la cara que se nos quedó…
Como éramos jóvenes y optimistas, todavía aprovechamos el viajes paseando y
comiendo en el centro en una hamburguesería. No mucho tiempo, porque pronto en
la tarde teníamos que ir a coger de nuevo el topo para volver a casa. Imagínate
si llegamos a poder ir al centro de atracciones… habríamos tenido tiempo de ir…
y volver a la ciudad a tiempo de coger el tren.
Hay muchas personas que emprenden su negocio de esta manera, sin
previsión, sin anticipación, sin informarse de mejores opciones, ni de pros y
contras…
Tú ya no eres una adolescente en un día de fiesta. Tienes en tus
manos la responsabilidad de mantener a tu familia. Tal vez estás invirtiendo
una gran cantidad de dinero en tu empresa.
¿Vas a confiar tus resultados a la casualidad?
Te dejo con esta pregunta.
Tienes unos días para responderla.
Un saludo:
Mónica Álvarez
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