Desde el blog Oye Deb! te traigo este artículo porque es precisamente lo que llevo pensando estos días, que no a todos nos sirve todo lo que los grandes gurús de la venta y el negocio 2.0 nos venden.
Hay que tener criterio y saber discriminar qué es bueno para tu negocio y deberías implementar ya; qué debes tener en cuenta y pensarlo seriamente y qué debes desechar definitivamente porque a ti en concreto no te va a funcionar.
Te dejo con Deb y su "método de la vaca":
Esta temporada he grabado
trece entrevistas con emprendedoras que creo que además de que les van muy bien las cosas lo único que tienen en común es que han sabido mostrar al mundo su auténtico yo. Eso quiere decir que han tratado de hacer las cosas a su manera, que pese a ver continuamente cómo hacen las cosas los demás han sabido procesarlas de forma diferente, de forma que tenía sentido para ellas. Y han levantado negocios que funcionan como por arte de magia.
Claro, obviamente arte de magia nos parece a los demás desde fuera, ellas saben la cantidad de esfuerzo que hay que poner para que las cosas salgan así. Y el montón de decisiones que han tenido que tomar cada día, el montón de veces que han tenido que pararse a escucharse a ellas mismas y pese a todo, reconocer quienes son y seguir su camino sin desviarse, con tesón pero sin cabezonería.
Muchas personas verán el ejemplo de cualquiera de ellas y dirán: yo también quiero, qué fácil parece. Y visitarán sus páginas, sus tiendas, copiarán su estilo y les parecerá que es suficiente, o que al menos es un buen punto de partida. Y se sorprenderán poco después cuando ni por asomo les esté funcionando el chiringuito.
Y es que copiar métodos, estilos, formatos y maneras de trabajar ajenas no tiene mucho sentido.
Por un lado, hay toda esta teoría que dice que cualquiera puede lograr lo que ha logrado otra persona si es capaz de desmenuzar uno a uno todos los procesos -mentales y de acción- que ha seguido su “modelo” y replicarlos de forma exacta. Parece que tiene sentido, desde luego, pero para mí se queda en eso: en la teoría. Lo de modelar puede funcionar para cosas concretas, para solucionar problemas determinados o lograr pequeños cambios de actitud. Y sí, funciona.
Pero modelar el éxito de las empresas ajenas es como querer construir tu casa ideal con tres tochos, un cubo de cemento y el dibujo de un niño en lugar de un plano. Y tampoco vas a construirla con el criterio que elegiría un arquitecto, quiero decir, no va a ser él quien viva ahí ni el que sabe lo que tú necesitas, así que puedes confiar en que sus métodos de construcción funcionan en general, pero no en sus decisiones respecto a la casa en la que tú vas a vivir el resto de tu vida.
Por esa misma razón nadie puede decirte cómo hacer las cosas. Pueden decir cómo las harían ellos, pero eso no es garantía de triunfo en ningún caso. Nadie puede decirte si es mejor tener una página de Facebook o un perfil de Instagram o si tienes que hacer un blog y qué colores ponerle. Ni cómo hacer nada de esto en plan paso uno paso dos paso tres paso cuatro y esta es la fórmula impepinable. No. Tú encontrarás tu manera mirando dentro porque la manera está en ti y depende de ti. Y todo lo que has aprendido tendrá sentido una vez hayas ahondado en tus intereses y tus objetivos y en tus necesidades y en tu carácter.
Hace unos días
estuve de invitada en una cena con gente muy variopinta, abogados, vendedores de casas, psiquiatras… de todo. Una chica me dijo como con un punto de angustia que sabía que tenía que hacerse un blog y un Linkedin y un Twitter y un de todo pero que no le salía, que intentaba escribir una frase y se quedaba bloqueada. Y es que era fotógrafa.
No asumamos que TENEMOS QUE hacer cosas que SE SUPONE QUE funcionan y traen clientes. Era su deber y su misión preguntarse qué clase de herramienta podría usar que le supusiera el mayor placer y el menor esfuerzo posible junto con la capacidad más grande de alcance a su público potencial, para atraer clientes y dar a conocer su trabajo. Y seguir teniendo energía para hacer fotos, que es su principal tarea.
Le dije que no tenía por qué empezar ningún blog si se bloqueaba escribiendo. Un blog no era para ella, pero estaba torturándose y poniéndose esa carga encima porque había oído y visto que los blogs funcionan y que las reglas del marketing dicen que los blogs funcionan.
Unos días después estaba en una conferencia, y antes de que me tocase el turno de soltar mi discurso estuve hablando con algunas chicas.
Una de ellas me decía que se sentía abrumada con todo lo que tenía que hacer y que le parecía que no lograba organizarse lo suficiente para llegar a todo. Cuando ahondamos en el “todo” creo que pudo darse cuenta de que estaba mirando más fuera que dentro. De que no era obligatorio hacer todo lo que ella creía que tenía que hacer porque lo había leído en muchos sitios. De que podía elegir y concentrarse exclusivamente en lo que fuese bueno para ella y para su negocio. Para saberlo, claro, tenía que pararse a pensar.
Está bien ser autoexigente –es bueno, incluso, con medida- pero no hay que dejarse llevar por todo lo que leemos y todo lo que nos dicen que es IMPORTANTÍSIMO para nuestro negocio. Sobre todo si nos lo dicen sin saber ni quién somos ni cómo somos.
Repito: sólo tú sabes lo que es importantísimo para tu negocio. Si no lo sabes es porque no te has parado a pensar.
Todas las reglas y toda la información y los consejos de éxito son herramientas útiles pero por si mismas no sirven de mucho, tienen que pasar por ti antes.
Y aquí es donde viene el método de la vaca.
En lugar de copiar, utiliza la información -toda la información, y eso incluye contenido de cursos, charlas, blogs y también lo que hace el resto de la gente, cómo hacen sus webs, como llevan sus negocios… todo- para poder tomar decisiones sobre los tuyos.
El método de la vaca consiste en aprender todo lo que puedo, en leer mucho, en observar todo a mi alrededor… en fin, en comer mucha hierba buena y verde. La hierba la mastico mucho rato, la pienso, la analizo (rumiar, se llama!), la trago, y luego la proceso por dentro y la vuelvo a sacar fuera.
Lo que sale ya no es lo que me han enseñado, ya no es de otra persona, ya no es genérico: ahora ha pasado por mí, he sacado mis propias conclusiones y he extraído lo que necesitaba. Lo que queda ahí aún tiene que pasar por un tercer proceso de masticado, tengo que observarla -una vez mascada por primera vez, ojo- y decidir si tiene sentido o no para mí, si me va a alimentar más o no, si la voy a usar o no. Si no sirve, la escupo, si sirve, la integro.
O sea, el método de la vaca consiste en:
- Aprender, atender, estar atenta y escuchar y leer todo lo que se pueda (con criterio, no es cuestión de perder el tiempo).
- Procesarlo, masticarlo, hacerlo propio, llevarlo a mi terreno, sacar mis conclusiones sobre ello.
- Reflexionar, ¿me sirve A MÍ? ¿tiene sentido en mi vida? ¿puedo ponerlo en práctica y servirá de algo?
La verdad, es una lástima ver a gente agobiada dando vueltas tratando de encontrarse el rabo sin darse cuenta de que el rabo ya es suyo y de que si se quedan quietas lo pescarán antes y podrán dedicarse a hacer otras cosas menos tontas. Ya me perdonaréis, no estoy llamando tonta a nadie, yo también he estado en ese punto, pero hay que decir basta.
Ni una red social determinada es obligatoria, ni el tener una lista de correo es obligatorio, ni tener y mantener un blog es obligatorio ni nada es obligatorio. Ni por el hecho de que copies de cabo a rabo un blog o un proyecto que funciona tiene por qué funcionarte a ti. Para según qué negocio y según qué persona y de según qué manera pues sí, pero no siempre y no para todos.
Tienes que encontrar lo que funciona para ti, en tu caso, con tus habilidades, con tus necesidades. Para eso: imita a la vaca y avanza en tu camino. Por algo se llama “tu camino”, porque es solamente tuyo.
Conoce más sobre esta autora en su blog Oye Deb!